Artista visual y miembro activa de la Comunidad Antenna desde hace siete años, Constanza Castaño nos comparte su experiencia en Antenna como espacio de inspiración colectiva, el proceso detrás de su escultura interactiva "Confluir "—que ha recorrido escenarios internacionales como Burning Man— y su mirada sobre cómo el arte puede generar vínculos, activar memorias y transformar la percepción del espacio.
¿Qué te motivó a formar parte de la Comunidad Antenna como artista?
Lo que me atrajo de Antenna fue su manera de generar puentes entre el arte y la vida, la contemplación y el encuentro. Llegué a esta comunidad de la mano de quien en ese entonces era mi pareja —hoy mi marido—, que quiso conquistarme desde el arte, invitándome a este espacio donde las ideas se cruzan, se cuestionan y se celebran.
Desde ese primer momento, sentí que había encontrado un lugar genuino, donde podía pensar y sentir el arte en compañía de otros. Con el tiempo, Antenna se ha transformado en una brújula que me mantiene conectada y actualizada con el arte chileno, sin perder de vista lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. Sus actividades siempre me resultan estimulantes, curadas con una mirada sensible y profunda, pero al mismo tiempo cercana y viva. Como artista, agradezco profundamente ese equilibrio.
Hoy, después de siete años en esta comunidad, puedo decir que también he encontrado un grupo de personas verdaderamente interesadas en la cultura, con quienes he tejido lazos reales, afinidades compartidas y conversaciones que permanecen más allá de una exposición, sesión o visita.
¿Cómo ha influido la Comunidad Antenna en el desarrollo de tus proyectos y en tu visión como creadora?
La comunidad de Antenna ha sido un catalizador silencioso pero constante en mi camino como creadora.
Estar rodeada de personas curiosas, comprometidas y sensibles al arte ha expandido mi forma de mirar, de preguntar y de proponer. Las experiencias que he vivido en sus programas de actividades no sólo me han mantenido conectada con el arte chileno y global, sino que también han nutrido mi imaginario con nuevas referencias, lenguajes y preguntas, cosas fundamentales en mi desarrollo creativo.
Recuerdo especialmente la visita a la Bienal de Venecia junto a Antenna. Fue allí, frente a las obras de Anish Kapoor y otros artistas, donde algo se encendió dentro de mí: una necesidad urgente de seguir explorando y explotando el material espejado como medio y como metáfora.
Ese viaje fue una bisagra, un momento de revelación que transformó mi mirada. Direccioné mi búsqueda creativa hacia lo que hoy sigue siendo el corazón de mi trabajo.
¿Cómo nace “Confluir” y qué te inspiró a crear una escultura interactiva con estas características?
Esta obra es el resultado de una evolución en mi práctica artística.
La experiencia con mi primera escultura en acero inoxidable, “Astarté” (2022), abrió un camino de exploración en torno a dos conceptos en tensión: lo frío e inorgánico del metal frente a lo cálido y orgánico de los reflejos y las formas sobre la obra. En ese contraste descubrí una poética que hoy reconozco con mayor claridad: un juego entre lo rígido y lo blando, lo perfecto y lo fragmentado, lo que refleja y lo que distorsiona.
Desde ese lenguaje, “Confluir” (2024) fue capaz de reunir lo aprendido y dar un paso adelante respecto a la obra anterior. Esta pieza profundizó en la relación entre lo interior y lo exterior, lo individual y lo colectivo, incorporando una perforación que logró involucrar más activamente a quienes se enfrentan a la escultura. Ese orificio funciona como una mirilla que invita a entrar, observar y habitar la obra, pero también actúa como una ruptura en la superficie pulida: un portal metálico donde los reflejos se multiplican y se transforman según el punto de vista, generando una experiencia viva y en constante cambio.
Uno de los hilos conductores de mi investigación en los últimos años ha sido el interés por los materiales espejados, una exploración vinculada a cómo nos vemos y cómo nos vemos reflejados en los demás.
Es por esto que “Confluir” propone una interacción sensible: una invitación a tocar, explorar y dejarse afectar por el entorno. Es una obra que se activa con la presencia, absorbiendo colores, formas y movimientos. Nos recuerda que la belleza también habita en lo incompleto, en aquello que se transforma con cada mirada.
¿Qué rol juega la participación del público en "Confluir"? ¿Cómo imaginas que la experiencia de la obra transforma la relación de las personas con su entorno?
La participación del público es parte esencial de su existencia. Esta obra vive a través del reflejo y por naturaleza, siempre implica la presencia de un otro.
La curiosidad que despierta en las personas es casi instintiva: la gente se acerca, la rodea y se descubre en ella. Es una pieza que conecta con ese impulso de explorar, de encontrar algo nuevo. Propone una experiencia activa y lúdica, transformando al espectador en parte indispensable de la escultura.
En mi experiencia, al acercarse a “Confluir”, uno se enfrenta a un juego óptico. Su poética retoma lo que mencioné antes: es un cuerpo metálico que, aunque a primera vista parece frío, revela una complejidad orgánica y una calidez inesperada. Hay zonas lisas que devuelven imágenes limpias, zonas curvas que distorsionan y zonas geométricas que fragmentan la realidad. La obra funciona como un caleidoscopio estático, que integra al observador, el paisaje que la rodea, la luz del momento y el movimiento a su alrededor.
Imaginé a “Confluir” como una propuesta que desarmaba la idea de la escultura tradicional como algo estático o distante. Aquí, cada persona aporta una capa visual y simbólica; cada mirada genera un nuevo paisaje. Esa suma de perspectivas es, en realidad, lo que completa la obra.
Para mí, esta interacción lúdica, sensorial y cambiante abre un espacio para mirar el mundo —y mirarse a uno mismo— con más atención. Y tal vez también con más empatía.
La campaña de "Confluir" fue todo un éxito y reunió el apoyo de muchas personas. ¿Cómo viviste esa experiencia de construir la obra junto a una comunidad de colaboradores? ¿Qué significó para ti contar con ese respaldo?
Fue una experiencia conmovedora y transformadora. El crowdfunding no solo me permitió concretar la obra, sino también hacer posible algo aún más grande: llevar a “Confluir” a tres ciudades de Estados Unidos, participando en contextos tan diversos como el festival de arte interactivo Burning Man, la feria internacional de arte en Reno RTIA y la exposición en el Bay Area Discovery Museum de San Francisco.
Cada uno de estos hitos fue posible gracias al apoyo de una comunidad increíble que confió en el proyecto desde el primer momento. Siento que este logro no me pertenece solo a mí, sino a todas las personas que decidieron sumarse a una iniciativa que representaba a Chile más allá de sus fronteras.
Construir “Confluir” junto a sus colaboradores le dio un valor humano y colectivo que trasciende la obra misma. Fue un recordatorio de que el arte puede ser un puente real entre personas y que la generosidad es capaz de hacer posible lo que parecía inalcanzable. Me emociona saber que esta escultura también refleja todas esas voluntades reunidas en un solo objeto. Haber contado con ese respaldo y reconocimiento fue un honor que atesoro con mucha gratitud y cariño.
Mirando hacia adelante, ¿cómo imaginas la vida futura de Confluir? ¿Te gustaría que la obra viajará a otros espacios o que se transformara en nuevas versiones?
Me emociona imaginar su evolución y las obras que nacerán a partir de ella.
“Confluir” fue adquirida por un coleccionista en Estados Unidos, quien no solo la integró a su acervo, sino que además ha comenzado a desarrollar un proyecto muy especial en torno a ella. Actualmente, se está construyendo una base de hormigón que incorporará un motor, permitiendo que la obra se oriente de forma permanente hacia la salida y la puesta del sol (tal como fue concebida y presentada originalmente en el festival Burning Man). La idea es que la luz solar atraviese su mirilla en ambos momentos del día, tiñéndose con una luminosidad especial.
Además, se integrará un sistema de iluminación desde su base y alrededor de su perímetro, generando el efecto de que la escultura flota en el aire, envuelta en una atmósfera única.
Esta nueva etapa de “Confluir” profundiza su vínculo con el entorno y con quienes la experimentan, ofreciendo una vivencia dinámica y transformadora. Me ilusiona pensar que seguirá generando momentos significativos que mantengan viva su esencia.
Por otro lado, esta obra me impulsa a imaginar nuevas posibilidades: piezas que vivan en constante cambio, en diálogo con los espacios que las albergan. Su vida futura está abierta y con ella, aparecen nuevas rutas creativas para mí.
Puedes conocer más sobre la obra de Constanza en su pagina web: https://www.constanzacastano.com/
Fotografías por: Pablo Henriquez Palma y Stuart Sharpe.